Pensamientos de un Liberal Colombiano
sábado, 20 de abril de 2024
Marchar el 21 de abril
jueves, 21 de marzo de 2024
LA RULETA RUSA CONSTITUYENTE
martes, 21 de junio de 2022
ME DECLARO EN OPOSICIÓN
¡Me declaro inmediata y totalmente en oposición! En oposición al negativismo, al odio, a la intolerancia, al miedo, a creer que vamos a ser otra Venezuela, a esparcir noticias trágicas (aún antes de que siquiera haya posesión del nuevo presidente).
Me declaro en oposición a la campaña negativa que tiene más ganas de ver al país hundirse y decir "te lo dije" que en calmar los ánimos; que tiene congestionadas las oficinas de pasaportes y tiene a parte del país en venta por miedo a lo desconocido.
Me declaro en oposición al sectarismo; me declaro en oposición a la desconfianza a las instituciones; me declaro en oposición a dar el país por perdido en unas elecciones.
Y no, no es que claudique cualquier derecho a protestar más adelante, a defender a mi patria, a ponerle el pecho al futuro todos los días. Pero me declaro en oposición a "la oposición por la oposición", declarar la guerra a lo que no sé cómo saldrá, porque es un nombre de la otra orilla o porque me cae mal, me declaro listo para oponerme a lo que conscientemente no me encuentre de acuerdo... pero cuando llegue el momento de hacer oposición.
Hoy no sirve y más bien hace un daño grandísimo que llenemos las redes de pánico y nos llenemos de pánico nosotros mismos; mala sangre la que se regó por nuestra libertad, si antes de perderla la claudicamos, porque nos dirigimos a lo desconocido, sin saber si realmente es bueno o malo.
Soy liberal y me opondré a todo dejo de dictadura, totalitarismo y comunismo, creo en las libertades fundamentales, en la libre empresa y en la propiedad privada, pero también creo en la función social de la propiedad, en el desarrollo sostenible, en la responsabilidad social.
Me declaro en oposición a todo lo que quiera robarle el futuro a Colombia, empezando por el miedo.
Me declaro hoy en esperanza, pero firme en la realidad. Me declaro listo para trabajar por Colombia este día y hasta el final.
#medeclaroenesperanza
viernes, 17 de junio de 2022
¿Por Qué Votar?
Los colombianos estamos en un grado de saturación sin precedentes con esta campaña presidencial. Los videos, memes, WhatsApp, los fanáticos de las campañas que como Testigos de Jehová tocan nuestras puertas informáticas con el mensaje del único salvador (que es su candidato), las noticias, las estrategias sucias, los discursos reiterativos, las listas interminables de defectos de los candidatos.
En este momento, muchos solo queremos que las elecciones del 19 de junio pasen y que ya sepamos quién ganó (aunque también vendrán semanas de mensajes de pánico y redes sociales llenas del típico mensaje de "País de Mierda" o "País sin Memoria").
Hace pocos días tuve un momento pasional en el que al ver la campaña sucia de Petro que me llegó como publicidad viendo noticias, decidí, por solo ese hecho, que votaría por el otro candidato. ¿Pero es eso lo que debería mover mi voto: la rabia contra los publicistas y estrategas de la campaña? No digo que odio el juego de la manipulación, no lo admito en ninguna parte de mi vida, pero eso no debe definir mi voto, pues ese es el juego que juegan únicamente TODOS.
Nos hemos convertido en la sociedad que vota al son del influencer, del rumor y del tweet, no creo que las redes sociales sean malas, el problema es que no hemos aprendido a masticar lo que nos sirven y pasamos entero para procesarlo por el estómago de las pasiones y no por la razón, que sería el ideal de la democracia.
Dicho lo anterior, sé que por más que queramos decir que los seres humanos somos racionales, la verdad es que la mayor parte de nuestras decisiones son instintivas (no me lo crean a mí, pero miren cuantiosos estudios sobre marketing, psicología y negociación que dicen esto), por eso, lo que mejor vende votos es el miedo.
Desde principios del siglo pasado nos vendían que si un partido u otro ganaba (cuando se trataba de trapos rojos o azules) el país se iba a acabar, incluso decían que los liberales iban a convertir a Colombia en un país comunista (¿se imaginan al camarada César Gaviria o al camarada Álvaro Uribe - que fue liberal?). Lo cierto es que muchos de esos miedos resultaron al final infundados y las campañas de miedo solo sirvieron para retener a los votantes que por instinto le creen primero al miedo que a la esperanza.
En este momento debo decir que no veo en los candidatos uno que me convenza del todo, sus personalidades resultan poco cercanas a lo que esperaría de un presidente de la República, la forma autocrática en la que uno u otro habla, el discurso de odio hacia una clase (sea social o política), el debate de defectos y no de ideas, no es lo que quisiera comprar para votar por quien llevará las riendas del poder ejecutivo del país.
Miro las propuestas y unas parecen cuento de hadas y las otras sin sustento o conocimiento. Miro un candidato y me parece pésimo ejecutivo, miro al otro y me parece que es de la política de ejecutar así toque pasar por encima de lo que sea, me encantaría votar por Petrolfo si pudiera sacar lo bueno de cada uno, pero el problema es amalgamar lo malo de ambos.
No pretendo decirles aquí si votaré en "Pingo", en "Petro" o en "Pa' ninguno", esa decisión creo que la tomaré finalmente horas antes de ir al cubículo de votación.
Leer las propuestas completas puede ser un excelente ejercicio, pero finalmente, como ha pasado tantas veces y es lo que ha sembrado tanta desesperanza: las propuestas son promesas de campaña que puede que no se ejecuten al final y que dependen de la capacidad de ejecución del candidato y de su equipo, de la forma en la que sepa manejar las relaciones con las demás Ramas del Poder Público (recuerden, es una democracia, no una monarquía y el presidente no decide todo lo que pasa en el país) y de los resultados que se darán en los 4 años de gobierno y lo que se proyecte para los años que vendrán (el pensamiento a corto plazo es lo que hace que muchas promesas de cambio se queden ahí, porque se piensa en el gobierno de turno y no en el país).
El por qué votar, considero que es algo personal, algo de consciencia, por lo que no daré una lista o una fórmula mágica de qué debería hacer un colombiano racional y demócrata al momento de acudir a las urnas a elegir presidente (a todas estas, no existe), pero finalmente sí se debe pensar en por qué no votar: no debemos votar por miedo; no debemos votar porque un candidato nos caiga bien o no; no debemos votar porque tengamos una obsesión mesiánica con respecto a nuestro candidato o una visión apocalíptica del otro; y definitivamente no debemos votar por presión. Debemos votar con la convicción de que elegimos lo mejor para Colombia, que nuestro voto cuenta (sea en suma, en resta o en protesta) y que pase lo que pase, el pueblo colombiano no es un ente pasivo que dejará que un presidente haga lo que quiera, pues somos gente verraca y frentera... pero sobre todo, debemos votar con la esperanza de que nuestro voto va a hacer de Colombia un lugar mejor.
jueves, 6 de mayo de 2021
Nos Estamos Matando
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martes, 27 de abril de 2021
Démosle Valor a Nuesto Voto (en apoyo al 28 de abril)
Aplazar por 15 días la manifestación del furor de los colombianos, cuenta con toda la lógica y debería ser el camino escogido por los líderes de la manifestación, pero simplemente aplazar podría resultar en la abdicación del derecho de protesta contra una pandemia que nos ha quitado mucho y que se ha convertido en la excusa para una propuesta que además de ser a todas miras recesiva, cargará exclusivamente en los hombros de los colombianos no solo los gastos necesarios, sino las cargas de un gobierno que se ha dedicado a crecer y que no demuestra su compromiso a apretarse el cinturón, sino que, en cambio, prefiere poner ese cinturón en el cuello de la clase media y apretarlo.
Una reforma tributaria no es un mecanismo para sortear emergencias, no es un mecanismo transitorio, nada más permanente que las medidas que empiezan a entrar en el bolsillo del Estado, basta con recordar el impuesto del 2 x mil, aunque ya es 4 x mil, impuesto concebido para atender la emergencia en el eje cafetero, que ha estado tomando de nuestros bolsillos desde entonces y no hay luces acerca de que alguna vez se vaya.
Y si viene el IVA a los servicios públicos, el gravamen a la cadena de producción de alimentos, el desincentivo a las energías limpias cuando estamos en un momento crítico para combatir el calentamiento global, el cobro aún después de muertos de un impuesto adicional para nuestro sepelio, un horizonte de ingresos que no llegan a los US$1.000 mensuales gravado en renta, una espada de Dámocles cernida sobre cualquier posibilidad de crecimiento, entonces pensaremos en los aviones comprados, en los ministerios creados, en un Estado que no se concentra en sembrar, sino en exprimir hasta que quede todo seco.
Nuestro voto vale y no depende de una corriente política o un caudillo, o un ideal, sea de cualquiera de los 3 extremos (porque sí, nos estamos volviendo tridimensionales, a pesar de alejarnos cada día más de la realidad), sino para elegir a los que buscan nuestros mejores intereses más que a cualquiera que sea designado con un lindo discurso, pero que al momento de votar contra los colombianos lo haga por las prebendas políticas y un tarro de mermelada.
Por eso, vale la pena pensar: ¿Cómo marchar sin marchar?¿cómo protestar sin estar en la propuesta? ¿cómo hacer que el 28 de abril se escuche la voz de Colombia sin tener que estar en las calles agravando la situación?: Hacer lo que pretende la marcha: mandar un mensaje claro a los que voten a favor de esta reforma, informar que antes de pagar más, debe tener el compromiso político del gobierno de compartir la carga y hacer un documento bien pensado, que no parezca un plan de compras, sino que parezca un verdadero plan, un presupuesto que tenga un objetivo distinto al de apagar un incendio con las lágrimas de muchos y que viene endulzado con el contentillo de una propuesta populista que más que ser un beneficio real, el ingreso solidario, pareciera que fuera un adorno de caramelo sobre un plato de estiércol.
Dar cacerolazo, vale, pero qué tal tapizar nuestras ventanas con un mensaje claro: "SI VOTAS LA REFORMA NO TENDRÁS MI VOTO",
llenar nuestros muros de Facebook, nuestras redes sociales y todo lo que puedan ver quienes en 2022 quieren perseguir nuestros votos otra vez con el discurso de siempre, pero con poco compromiso que estamos dispuestos a hacer el cambio, por primera vez, como país consciente hacer seguimiento a su voto y conscientes también del daño que nos puede hacer esta reforma, pagar la deslealtad con Colombia con un voto menos.
jueves, 10 de septiembre de 2020
EL PECADO DE NUESTROS PRECONCEPTOS
Es posible que la palabra pecado en el título inmediatamente me haya convertido para muchos en un fanático religioso; si además quien lo lee se entera de que fui a la Universidad del Rosario, seguramente crea que soy arribista o de cuna de oro; si además se enteran de que soy abogado, puede que me tilden de ladrón o de corrupto. Y se equivocan.