martes, 23 de septiembre de 2014

SOY CAPAZ DE GANAR

Hace poco en nuestro país tuvimos la fortuna de tener la mejor participación de la selección en un mundial, así mismo, nuestros escarabajos, nuestra campeona de salto triple y tantas promesas deportivas nos trajeron grandes satisfacciones que todavía hinchan nuestros corazones de orgullo.

No obstante, hablando sólo del ejemplo de la selección de fútbol, nuestra desesperanza aprendida empezó con un "ojalá clasifiquemos", pasó por un "ojalá pasemos de primera ronda" y ya en cuartos de final, pudimos sentir que estábamos cerca del ansiado trofeo y empezamos a tocarlo en nuestras mentes. Cuando perdimos el partido con Brasil, empezamos de nuevo con el pesimismo: "eso se sabía que no íbamos a poder llegar más lejos", entre otros comentarios amargos.

Ya días después llegó la selección de fútbol a nuestro país y algunos empezamos a llamarlos héroes, así como a Nairo y  a nuestros escarabajos y salimos a las calles, mientras algunas voces decían que esos no eran héroes, porque no había nada de heroico en patear un balón.

Ciertamente hay muchos héroes en nuestro país: los militares y policías que todos los días ponen sus vidas en riesgo por nuestro bienestar; las personas que todos los días sirven a niños indefensos, a ancianos desvalidos, a enfermos, a mendigos. Sí, tenemos muchos héroes que nos inspiran y que por tanto admiramos, pero eso no quiere decir que la gesta de nuestros deportistas se deba desestimar.

Es ese despertar de los corazones, romper las cadenas de la desesperanza aprendida, lo que convierte la gesta de patear un balón donde pocos pueden hacerlo, en una proeza digna de epopeyas modernas. Es así que es importante que alrededor de esta campaña pro paz que han emprendido varias de nuestras grandes empresas, entendamos que los colombianos somos capaces de ganar.

¿A qué me refiero con ganar? A aprender que no debemos conformarnos con lo mínimo; a entender que las teorías de que es mejor malo conocido, que lo importante es que nuestros gobernantes roben poco, que mientras haya techo y comida hay suficiente, que si el país se cae a pedazos pero yo estoy bien todo está bien, que una paz digna es imposible (aclaro aquí que no creo ni en una paz de rodillas, ni en la paz de la tumba), entre otras frases conformistas que tenemos tatuadas en las neuronas están crasamente equivocadas; a comprometernos a esforzarnos más por nuestras metas; a creer seriamente que nosotros y nuestro país se merece lo mejor y que nosotros podemos ser mejores.

En todos los campos necesitamos ese pensamiento ganador, para fijarnos metas altas y luchar por lograrlas. Los colombianos somos gente con un potencial grandísimo, pero con una mentalidad pequeña: no nos creemos capaces de lograr lo que queremos y lo que nos merecemos.

Tal vez cambiando nuestro conformismo y empezando a fijarnos en las estrellas con los pies en la tierra, en vez de mirar hacia el suelo esperando a ver qué nos cae de arriba logremos un país mejor para nosotros y para las generaciones que vendrán. Por eso querido lector repite conmigo: SOY CAPAZ DE GANAR.