domingo, 10 de mayo de 2015

MONTAÑAS NO ENTIERRAN TODOS LOS DÍAS. En Memoria de Ignacio Cruz

Ignacio Cruz, por muchos años de mi vida fue un familiar lejano muy amable, alegre y con gran amor y respeto por su familia, cercana y lejana, y por sus amigos, que siempre trató como familia. Mi relación con la familia Cruz Ortiz fue uno de esos regalos de la vida que por conducto Clarita Ortiz, la madre de mis hermanos y de mi padre he podido disfrutar tan gratamente.

Es muy difícil no recordar las carcajadas y el afecto de Nachito, como siempre lo llamábamos, o el retrato de la hermosa familia que construyó con Marielita, epítome del concepto de unión y compromiso fraternal; pero aun más difícil es escribir en pocas líneas la gran admiración que siento por Nachito, admiración que creció cuando tuvo la oportunidad de leer Cóndores no Entierran Todos los Días, momento en el que comprendí que este gran hombre que conocí porque la vida me dio la fortuna de nacer cerca de su esfera, además era uno de los liberales más valientes e íntegros que vivieron en este país y que hoy, muchos años después de literalmente haber mordido a la muerte, se ha elevado a los cielos para reunirse con Marielita y con los otros valientes que firmaron la que se ha llamado la "Carta Suicida".

Y no es para menos, porque este hombre que sobrevivió a desafiar al Cóndor León María Lozano, firmó esta carta dirigida al Director del Tiempo, seguro de que firmaba su sentencia de muerte, pero convencido de que debía proteger al Estado de Derecho y en especial a la democracia, por un deber cívico que lo impulsó a él y a los otros valientes a poner el interés común por encima de su propio bienestar.

Bien hacen falta más hombres como él hoy en día, pero aun más falta hace que aprendamos de estos valores altruistas y democráticos que encendían los corazones en la época de Nachito y de mi padre y que poco a poco se han ido borrando con el utilitarismo ingente en una sociedad que está acostumbrada a solicitar derechos, pero nunca a asumir, con la valentía de Ignacio Cruz, los deberes y responsabilidades que tenemos como sociedad civil.

Descanse en paz Nachito, pero su valor nunca deje en paz nuestros corazones. Le envío desde esta pequeña nota, que espero que lean muchos para entender el valor que tuvo la vida de Ignacio Cruz, un abrazo afectuoso a mis amigos y primos del alma, la familia Cruz Ortiz.

No todos los días se entierran las altas cumbres que no pudieron ser movidas por los tiempos, ni alcanzadas por los cóndores.


CAMILO A.


Aquí una transcripción del texto de la Carta Suicida, tomado del recorte de EL TIEMPO publicado el 15 de Julio de 1955, página 3, que se puede encontrar en  http://ntc-documentos.blogspot.com/2014/08/carta-suicida-de-tulua-omar-franco.html

Apreciado señor Director:
En nuestra condición de tulueños y vallecaucanos, séanos permitido felicitarlo por su valerosa campaña a favor de esta martirizada comarca, y a la vez expresarle nuestros más sinceros agradecimientos por tan valiososo servicios.
Se pregunta usted, con justificada razón, en su editorial de ayer, “hasta cuando va a durar la dolorosa y amarga situación del Valle del Cauca? Hasta cuándo esa región, ya suficientemente martirizada y castigada por el sectarismo salvaje, va a seguir bajo el siniestro signo de los págaros?”
Estas preguntas puede y debe absolverlas el gobierno nacional, porque solo en sus manos está darle a esta región la anhelada paz, que en vano hemos buscado por todos los medios a nuestro alcance, sin lograrla encontrar por parte alguna. Y afirmamos esto porque estamos convencidos, como también lo están las autoridades de este municipio, de que mientras el gobierno central no se decida a castigar en forma implacable a los mismos siniestros personajes que sembraron el terror en el pasado régimen y que lo continúan sembrando hoy, la cadena dolorosa de los asesinatos y las depredaciones seguirá su acostumbrada trayectoria. De que esto es cierto, nadie se podría atrever a negarlo.
Para qué entrar a hacer historia antigua, cuando de todo el país es conocido, con lujo de detalles, el viacrucis que le tocó atravesar a este pueblo durante los años funestos del oprobiosorégimen pasado. Pero qué ironías las del destino, y qué suerte tan adversa la de esta tierra, pues cuando todos recibimos con jubilosa alegría el atardecer del trece de junio y creíamos firmemente que ese día finalizaba una era de ignominia, nos encontramos hoy ante la triste realidad de que aquella anómala situación aun subsiste, a pesar de los esfuerzos hechos por las autoridades locales para tratar de modificarla. Porque seríamos injustos si así no lo reconociéramos, ya que Tuluá tiene contraída una incancelable deuda de gratitud para con uno de sus mejores hijos, el coronel Francisco Rojas Scarpetta, para quien su primera preocupación el 14 de junio fue volver la mirada hacia su querida tierra, enviando una comisión de orden público de la Policía Nacional, que ha obrado bien y ha hecho lo humanamente posible por devolverle su tranquilidad.
Por qué a pesar de esta valiosa colaboración los resultados esperados no han sido del todo satisfactorios y la tragedia nos sigue asediando? Muy sencillo señor Director: porque continúan paseándose tranquila y libremente por las calles de esta ciudad aquellos mismos oscuros personajes que deberían estar en una penitenciaría purgando sus horrendos crímenes.
Y vamos a ser concretos: El caso León María Lozano. Cómo es posible que a estas horas de la vida, después de aquella célebre frase de nuestro general presidente, “No más sangre, no más depradaciones a nombre de ningún partido político”, continúe este siniestro personaje, a quien toda la ciudadanía de bien sindica como el autor de tanto crimen, paseando su impunidad, no obstante pesar sobre él el auto de detención por diversos actos delictivos? Auto de detención que pesa sobre él desde el pasado régimen, dictado por el entonces juez 25 de instrucción criminal doctor Julio Alberto Hoyos, el único funcionario honesto y valeroso que en aquella época se atrevió a levantar una investigación por multitud de crímenes aquí cometidos y a perfeccionar un expediente que, en concepto del entonces procurador delegado en lo penal doctor Alvaro Copete Lizarralde, constituye una verdadera pieza jurídica. En esa investigación se dictó auto de detención contra León María Lozano, Pascual Zapata, Adriano Aguilera, Ruperto García y otros más, como autores intelectuales y materiales de diversos crímenes. Dicho expediente duerme hoy el sueño de los justos en la ciudad de Tunja.
Como en esa época las autoridades locales eran principales auspiciadoras de la violencia, el juez 25 no encontró ningún respaldo en ellas, y tuvo lógicamente que apelar al comando de la tercera brigada para poder efectuar las capturas. Pero como era de esperarse, a los pocos días estos señores fueron libertados, dizque “para asegurar la tranquilidad pública”, según comunicado oficial, y el juez 25 fue destituido por el único delito de cumplir con su deber.
Naturalmente que estos hechos nos parecían lógica consecuencia del estado de cosas reinante e impuesto por un régimen impopular y minoritario que sólo a base de violencia podía sostenerse. Pero lo que nos sorprende hoy es que después del 13 de junio a este sujeto se le detenga por delitos comunes como el de atentado al fiscal primero de Buga, y el juez que hace cumplir este auto es desautorizado y todo un tribunal es amenazado para que lo pongan en libertad. Pero hay más: las autoridades locales en época reciente le decomisaron el revólver y el salvoconducto, pero días más tarde y no se sabe si por artes de magia o de “telepatía” superiores, este señor viajó a Bogotá y regresó según se afirma con revólver y salvoconducto nuevos. Aquí si cabría pedir una explicación a ciertos funcionarios para que nos digan qué entienden ellos por ciudadanos pacíficos o por violentos pues según parece, están traicionando el pensamiento del general Rojas Pinilla cuando dijo "Todos los elementos considerados como peligrosos serán desarmados, a tiempo que se suministrarán armas de defensa a las gentes pacíficas, que viven constantemente amenazadas, y las cuales tienen necesidad de defender la vida propia, la de sus familias y también su hacienda”.
Nosotros seguimos confiados y esperando en el gobierno de las Fuerzas Armadas y en la palabra empeñada por su jefe supremo, aun cuando hay ciertos hechos que no acertamos a explicarnos y que nos hacen volver a veces escépticcos(sic). Tal por ejemplo el elogio desmedido. Que con ocasión del homenaje tributado el año pasado en el Restaurante Temel al coronel Ignacio Rengifo por su nombramiento como jefe de la Casa Militar de Palacio hiciera nuestro gobernador Garcés Giraldo del personaje León María Lozano, y algo más inexplicable aún, que en reciente jira (sic) de nuestro gobernador por el departamento se hiciera acompañar del tan mencionado sujeto y en Salónica, pueblo emporio de la violencia, se sentara a la mesa con él sin el menor escrúpulo. Considere usted, señor Director, el efecto psicológico que puede producir una actitud de estas en el pueblo; pues los unos, los violentos, pensarán que cuentan con el respaldo oficial, al ver a su jefe máximo en convivencia perfecta con todo un gobernador, y los otros, los pacíficos, se dirán que todo está perdido.
Hemos querido denunciar estos hechos con nuestros nombres propios, a pesar de que sobre nuestras cabezas caiga todo el furor de los bárbaros, para que no se nos siga diciendo que por falta de pruebas concretas no se aclara la situación y sigan cayendo víctimas inocentes “a manos de desconocidos”.
Bien sabemos que la presente puede significar la firma de la sentencia de muerte para nosotros, y que vendrán las amenazas a las cuales ya estamos acostumbrados; pero le rogamos el favor de darla a la publicidad desde las columnas de ese gran paladín de la democracia que es EL TIEMPO, convencidos como estamos de que con la franqueza que hemos hablado les prestamos un servicio a nuestra cara ciudad y al Valle en general.
Anticipándole nuestros agradecimientos nos es muy grato suscribirnos como sus atentos servidores y amigos,

Alfonso Santacoloma R., Dr. Ignacio Cruz R., Dr. Alvaro Cruz Lozada, Daniel Sarmiento Lora, Dr. Diego Cruz R., Dr. Aristides Arrieta G., Andrés Santacoloma S., Fabriciano Pulgarín, Dr. Donaldo Arrieta Gómez, Jaime Valencia A.