jueves, 6 de mayo de 2021

Nos Estamos Matando


Nada más ridículo que nuestra constante tendencia a antagonizarnos entre nosotros mismos. Colombia históricamente ha contado con pocos momentos de unión y muy raros consensos, en contraste con las muchísimas ocasiones en que hemos levantado las armas entre nosotros y hemos aumentado ampliamente el rojo de nuestra bandera, no por libertad, sino por intolerancia.

Tendemos muchas veces a creer que el deber ser es exclusivamente de un lado, mientras los otros deben callar por la buena o la mala, sin pensar que un consenso alcanzado en nuestra maravillosa diversidad podría convertir a este, trágicamente llamado tantas veces "país de mierda", en el país que soñamos.

Lo más triste es que en el fondo, si miráramos más allá de nuestras diferencias, veríamos que en mucho estamos de acuerdo: queremos acabar con la corrupción, queremos una economía pujante, queremos poder andar tranquilos y en paz por nuestro país, queremos instituciones en las que creamos y nos respeten, queremos salud, queremos educación y tantas otras cosas que podríamos enumerar juntos sin el sesgo de nuestros caudillos o del adoctrinamiento, pero me atrevo a decir que sobre todo queremos ser libres.

Libres de la pobreza que cunde nuestras ciudades y el campo; libres de las balas que callan tantas voces; libres del miedo a que aquello que construimos con esfuerzo nos sea quitado; libres para disfrutar con nuestros seres queridos; libres para ser... Libres para vivir...

Pero hemos decidido muchas veces ser libres para callar al otro, para destruir y para matar. Este país no aguanta una gota de sangre más fruto de la intolerancia, ni un acto más de violencia, no aguanta seguir con nuestros oídos tapados por discursos incendiarios cuando deberíamos escucharnos.

Nos estamos matando, no solo por el actuar de los violentos, de los descarriados, de los vándalos y de los asesinos (porque no hablaré de la policía como institución, sino de los que disparan indiscriminadamente y de los que con su imprudencia, impericia o alevosía ponen a los miembros de la fuerza pública en posición de poder o tener que usar fuerza letal), sino porque cargamos pesadas rencillas entre nosotros, llenos de odio para con nuestros hermanos de patria, negados al perdón, siendo que el odio al prójimo es, en realidad y en fe, ser asesino real o potencial.

"Yo los mataría a todos", "yo no dejaría uno solo", "todos son...", "Nunca perdonaré..." son frases que jamás construirán. Pensemos un momento en el futuro y dejemos de matarnos, más bien elijamos a dónde queremos ir como país, todo odio de lado, y más bien construyamos con la profunda convicción de crear ese futuro
.

El pliego de peticiones del Comité Nacional de Paro tiene puntos que vale la pena considerar, las razones por las que necesitamos una reforma tributaria tiene sus puntos también; las muertes entre los manifestantes y los civiles es absurda; las muertes en la fuerza pública no tienen sentido, pero solo con pacífico consenso y conversación podremos quitarnos la venda y mirarnos a los ojos para construir. 

¿Cuál es tu sueño de país en el que todos quepamos? ¿Cuáles serían esas 3 o 4 cosas que harías por Colombia si tuvieras el poder y los recursos? Sí podemos responder esto sin odio, tal vez podamos dejar de matarnos.


martes, 27 de abril de 2021

Démosle Valor a Nuesto Voto (en apoyo al 28 de abril)

 Mientras arrecia la pandemia, hacía muchos años no había una causa que me diera más ganas de salir a protestar, a acompañar por las calles el movimiento de inconformidad del pueblo, que, a pesar de las graves consecuencias que tendrá, está más que justificado. 

Aplazar por 15 días la manifestación del furor de los colombianos, cuenta con toda la lógica y debería ser el camino escogido por los líderes de la manifestación, pero simplemente aplazar podría resultar en la abdicación del derecho de protesta contra una pandemia que nos ha quitado mucho y que se ha convertido en la excusa para una propuesta que además de ser a todas miras recesiva, cargará exclusivamente en los hombros de los colombianos no solo los gastos necesarios, sino las cargas de un gobierno que se ha dedicado a crecer y que no demuestra su compromiso a apretarse el cinturón, sino que, en cambio, prefiere poner ese cinturón en el cuello de la clase media y apretarlo.

Una reforma tributaria no es un mecanismo para sortear emergencias, no es un mecanismo transitorio, nada más permanente que las medidas que empiezan a entrar en el bolsillo del Estado, basta con recordar el impuesto del 2 x mil, aunque ya es 4 x mil, impuesto concebido para atender la emergencia en el eje cafetero, que ha estado tomando de nuestros bolsillos desde entonces y no hay luces acerca de que alguna vez se vaya.

Y si viene el IVA a los servicios públicos, el gravamen a la cadena de producción de alimentos, el desincentivo a las energías limpias cuando estamos en un momento crítico para combatir el calentamiento global, el cobro aún después de muertos de un impuesto adicional para nuestro sepelio, un horizonte de ingresos que no llegan a los US$1.000 mensuales gravado en renta, una espada de Dámocles cernida sobre cualquier posibilidad de crecimiento, entonces pensaremos en los aviones comprados, en los ministerios creados, en un Estado que no se concentra en sembrar, sino en exprimir hasta que quede todo seco.

Nuestro voto vale y no depende de una corriente política o un caudillo, o un ideal, sea de cualquiera de los 3 extremos (porque sí, nos estamos volviendo tridimensionales, a pesar de alejarnos cada día más de la realidad), sino para elegir a los que buscan nuestros mejores intereses más que a cualquiera que sea designado con un lindo discurso, pero que al momento de votar contra los colombianos lo haga por las prebendas políticas y un tarro de mermelada.

Por eso, vale la pena pensar: ¿Cómo marchar sin marchar?¿cómo protestar sin estar en la propuesta? ¿cómo hacer que el 28 de abril se escuche la voz de Colombia sin tener que estar en las calles agravando la situación?: Hacer lo que pretende la marcha: mandar un mensaje claro a los que voten a favor de esta reforma, informar que antes de pagar más, debe tener el compromiso político del gobierno de compartir la carga y hacer un documento bien pensado, que no parezca un plan de compras, sino que parezca un verdadero plan, un presupuesto que tenga un objetivo distinto al de apagar un incendio con las lágrimas de muchos y que viene endulzado con el contentillo de una propuesta populista que más que ser un beneficio real, el ingreso solidario, pareciera que fuera un adorno de caramelo sobre un plato de estiércol.

Dar cacerolazo, vale, pero qué tal tapizar nuestras ventanas con un mensaje claro: "SI VOTAS LA REFORMA NO TENDRÁS MI VOTO",
llenar nuestros muros de Facebook, nuestras redes sociales y todo lo que puedan ver quienes en 2022 quieren perseguir nuestros votos otra vez con el discurso de siempre, pero con poco compromiso que estamos dispuestos a hacer el cambio, por primera vez, como país consciente hacer seguimiento a su voto y conscientes también del daño que nos puede hacer esta reforma, pagar la deslealtad con Colombia con un voto menos.