lunes, 10 de febrero de 2014

JUNTOS, PERO NO REVUELTOS

Con bombos y platillos fue anunciado que la campaña contra la revocatoria va a ser "liderada" por Franciso Santos quien, no sólo es un destacado furibista (como en todo, estoy dispuesto a reconocer los aciertos del ex presidente, así como las muchas fallas y la megalomanía sobreviniente en su segundo mandato, algo que, para este humilde servidor es un factor común con el que espero, sea el saliente alcalde de Bogotá), sino también un repelente de la opinión cuando se trata de elegir a un líder (no desconozco su educación y tradición, sólo que no hemos podido encajar su perfil en lo que queremos los colombianos).

Me parece importante que alguien con los recursos del destacado Pachito se una a una campaña que como bogotano le concierne, que ayude a proliferar las ideas de la revocatoria y le pueda dar un poco de contrapeso al uso del canal capital, de la plaza pública y de los recursos de la ciudad por parte del alcalde.

Sin embargo, no considero que sea conveniente que se atribuya el talante de líder, porque en principio, esta labor la hizo el representante Miguel Gómez, quien con su iniciativa logró que hubiera la votación del próximo 2 de marzo (ojalá hubiera sido alguien de mi partido).

Estamos con el mismo objetivo: salvar a Bogotá de la mala gestión del alcalde Gustavo Petro, a quien en estos días no he dejado de agradecerle del tiempo adicional de meditación y uno que otro retraso que me ha causado por la maravillosa idea de tapar una de las arterias de capital y, por tanto, ponerle un semáforo a la carrera 30.

Pero no es sólo los ejercicios de creatividad de movilidad lo que me pone en la misma línea de Pachito, al menos para esta ocasión, sino también porque:
1. La falta de planeación de las basuras se ha visto en recientes ejemplos como los del colegio que flamante inauguró el distrito, al que se matricularon muchos alumnos, pero que no cuenta con profesores;
2. Porque sigo asqueado por el terrible abuso fraguado contra la acción de tutela, la cual venía en decadencia porque mis colegas en muchísimas ocasiones la han utilizado como una tercera instancia, sin que haya derechos fundamentales en juego y que en esta ocasión cayó sobre la protección de derechos políticos y el desconocimiento de las instituciones (no sólo contra el fallo del procurador, sino en su momento contra el proceso de revocatoria misma), de tal manera que, de seguir así el asunto, el legislador eventualmente restringirá tanto este recurso que los derechos fundamentales se quedarán desprotegidos;
3. Soy un detractor absoluto del asistencialismo en tanto que más que garantizar el mínimo de oportunidades tiende a fomentar la mendicidad institucional.
4. La excusa de generar empleo no debe convertirse en la patente de corso para permitir que la informalidad y los vendedores ambulantes se conviertan en el factor de quiebra de muchos comerciantes que pagan impuestos, alquileres y no promueven el contrabando.
5. Reparchar unas calles en el sur no llena el vacío de más de cien comedores comunitarios cerrados durante la administración Petro.
6. Sacar el pecho cuando se cree que se está haciendo algo por la ciudad y esconderse cuando no salen bien las cosas (sin más, hace pocos días estaba dando un discurso y tomándose fotos, diciendo que la inauguración de la obra de la Universidad Distrital era un logro de la Bogotá Humana, para luego salir a decir que no estaba de acuerdo con la obra y que había denunciado las irregularidades).
7. El fracaso del Sistema Desintegrado de Transporte Público (SDTP por sus siglas reales), le ha costado a la ciudad miles de millones de pesos por la falta de planeación y los incontables errores en su implementación.
8. Porque su discurso llama a la división y al rechazo de los que no piensan en una línea similar (por no decir, necesariamente igual) a la de él.
9. Porque insisto y aunque pueda sonar un poco clasista, es el ejemplo más claro que conozco: la elección de un alcalde no puede ser similar al de una empleada de por días "no es bueno, pero no roba".

Entre otros.

Pero hay que dejar algo claro: la revocatoria no es de Uribe, no es de Pachito y no es del Procurador. En este sentido, la revocatoria no es de partido, es de los bogotanos.

Si están de acuerdo con la gestión de Petro, obviamente deben votar por que no sea revocado su mandato, pero lo justo es que voten (una victoria por no alcanzar el umbral, pero derrotados en las urnas sería una confirmación de las mañas que se da el alcalde), si no están de acuerdo con mis razones, estoy dispuesto a debatirlo, mis fuentes son lo que he visto y lo que he leído, es posible que no haya visto y leído todo lo relevante.

Si no están de acuerdo con que los destinos de Bogotá sean regidos por Petro, votemos la revocatoria, hagamos nuestra propia campaña (hablar y razonar con las personas que se encuentran y en ocasiones escuchar lo que tienen que decir, es una forma de que la gente entienda la importancia de su voto), imprimamos volantes con nuestras propias impresoras  y saquemos tiempo a repartirlos ¡Podemos organizarnos!

Que la maquinaria no nos defina un liderazgo que no compartimos. Tal vez queremos el mismo fin, pero no necesariamente compartimos los ideales y por tanto no podemos sumarnos al esfuerzo de Pachito. Juntos pero no revueltos, no digo que no podamos apoyarnos en lo que haga, pero que se entienda la clara diferencia entre defender a Bogotá y apoyar directa o indirectamente al Centro Democrático. Primero Bogotá, luego las diferencias entre personas y partidos. Política de ideas y de objetivos, no de pasiones.

Amigos de izquierda, centro, derecha, centro democrático, liberales, conservadores, alianza verde, en fin, a todos aquellos que creen que podemos cambiar el rumbo que hasta ahora y desde el comienzo de la era Petro (sin hablar de alcaldías anteriores que sumadas con esta son una resta inmensa), no tengo más que decirles que trabajemos por el sí, mis queridos paisanos, es un momento histórico y no podemos quedarnos sosegados.

El próximo 2 de marzo votemos como bogotanos, no importa a quién pongan de líder los medios ¡Bogotá está primero!


CAMILO A.

miércoles, 5 de febrero de 2014

LA RAZÓN DE MIS VOTOS

Ruego excusas a la memoria del benemérito Ezequiel Rojas por tomar parte de sus palabras, ahora parafraseando, ahora usando frases propias, pero en especial por utilizar la forma en que se expresó cuando fue necesario decir el por qué respaldaba a José Hilario López, allá en julio de 1848, tal vez no hablando como partido, sino como individuo, pero es así como la ideología liberal se fundamentó y así fundamento ahora mis razones:

Y me pregunto ahora: ¿Qué es lo que quiero como ciudadano, como bogotano, como liberal, como colombiano?¿Qué es lo que creo que se puede sacrificar y qué es innegociable?

Quiero que recuperemos nuestra República.Quiero discursos de unión y de amor a la patria, que resalten lo que nos une, lo que nos ha convertido en el país que somos, que haga bullir en mis venas los lazos fraternales; no quiero la apología a aquello que nos separó en el pasado, ni discursos centrados en las diferencias de pensamiento o de preferencia, de visión religiosa o si se es de esta o aquella corriente política; quiero que aun con diferencia de ideas se busque el bienestar de todos los colombianos, sin importar otra cosa sino que hayan nacido o abrazado como propia a nuestra hermosa Colombia y se comprometan a respetar sus leyes.

Quiero que respetemos los derechos individuales, celebrando las diferencias, pero no imponiéndolas. Que el que fue discriminado no se vuelva el discriminador y que la cadena de resentimientos deje de llevarnos a conflictos interminables. 

Quiero que toleremos y respetemos al prójimo, con la natural responsabilidad de respetar los derechos de los demás en la misma medida en que pedimos que nos respeten los propios.

Quiero que sea solo la voluntad de la ley y, por ende, la del pueblo soberano, la que se imponga. Pero que no se trate a la ley y al pueblo como simples marionetas o como escudos para defender los intereses propios, aun por encima de la Constitución. Quiero que las leyes protejan al pueblo y no solo a quienes las hacen, que los "micos" no sean otra cosa que parte de nuestra biodiversidad.

Quiero funcionarios públicos responsables. Que entiendan que sus acciones tienen consecuencias, que no pretendan con golpes de opinión o con el manejo de los medios borrar sus errores de un plumazo.

Quiero una justicia ejemplar y leyes claras. Que la independencia de los jueces y su preparación no dejen dudas de sus dictados, que las partes en los procesos cuando sean vencidas no queden con la sensación de que la justicia no fue servida. Que la independencia de los jueces no sea solo de las demás ramas del poder, sino del denominado cuarto poder, de los medios de comunicación, para que estos informen, no juzguen, para que se conviertan en verdadera herramienta para el crecimiento de la sociedad y no un corral del que no pueden salirse las ideas.

Quiero que mi partido, que debería poner como sus estandartes la constitución y la voluntad del pueblo libre, deje atrás el clientelismo. Que el liberalismo vuelva a levantarse como parte esencial de la sociedad, con una ideología clara y no negociable, independiente y fuerte, alejado del manzanillismo y la complacencia de sus delfines.

Quiero que antes de pensar en igualdades comerciales, pensemos en igualdad de oportunidades. Que cuando se abran las puertas a tratados de libre comercio también se encuentren en nuestras manos las herramientas para competir. Que no se apueste con el destino del campesino antes de que le enseñen cuál es el camino a seguir.

Quiero que luchemos contra la corrupción, pero todos juntos. No podemos esperar que sean las leyes y algunas instituciones también corruptas las que tengan la última palabra. Cuando todos nos negamos a dar soborno, los que lo piden no pueden hacer otra cosa que rendirse.

Quiero que haya diálogo y manifestaciones, sin que esto implique la negociación del Estado y de la Constitución. Que el Estado sea fuerte, pero a la vez conciliador, que lo que pueda negociarse sin perder el rumbo sea sometido a este trámite, pero nunca cuando esto implique vulnerar al pueblo soberano, a las instituciones y al Estado Social de Derecho. Así mismo, que los manifestantes dejen de presentarse como borregos, sino por el contrario sean ciudadanos bien informados, que más allá del panfleto vean y entiendan lo que están arengando. 

Quiero que se encuentre el equilibrio entre justicia y perdón. La paz siempre será un gran anhelo de los colombianos, pero no se puede dejar el terrible precedente de que cuando se usan las armas y la fuerza, sin importar lo que piense el pueblo, se tendrá la última decisión. Creo en la democracia y temo a la demagogia (otra forma de fuerza psicológica y apología a la sinrazón), pero temo más a que las armas hablen más que millones de voces. Cualquier decisión deberá ser votada, con garantías, sin escuchar la voz del resentimiento, pensando en el perdón, pero nunca claudicando los anhelos de muchos ante las muchas balas de pocos.

Quiero una fuerza pública limpia y respetable, pero también quiero que ayudemos a limpiarla y la respetemos. Ellos están para protegernos y en eso debemos estar agradecidos, su sacrificio no ha de ser vano y debe tener una justísima retribución, de tal manera que cuando alguno de sus miembros pretenda manchar esas instituciones, se le rechace y denuncie como el criminal que es.

Quiero que entendamos que igualdad no es compartir la miseria. Que nos alejemos de los destinos que han tomado pueblos hermanos, donde la mendicidad institucional ha quitado más de lo que nunca se podrá recuperar. Que entendamos que la igualdad debe ser de oportunidades, dar el pescado nunca será mejor que enseñar a pescar.

Quiero un alcalde que mire a la ciudad y quite sus ojos de la presidencia, de tal manera que le importen los destinos de los bogotanos más que el destino propio, ya que como alcalde no debe ser un buen político, pero sí un excelente administrador. Quiero un alcalde que  no crea en la voluntad de la fuerza, sino en la fuerza de la voluntad, no es imponerse, no es solo educar, es saber y guiar el rumbo como líder de seres pensantes, no como pastor de ovejas irracionales.

Quiero un presidente que sea fuerte en sus ideales, pero coherente con la realidad. Que piense por sí mismo, que sea un verdadero líder, digno de hacerle una estatua, no con la agilidad de una de ellas. No quiero un esclavo de los medios y de las encuestas, que dé un paso para adelante y dos para atrás.

En resumen, quiero un Estado que garantice una verdadera libertad, con igualdad de oportunidades para ser y crecer, con decisiones democráticas, que nos permita ser más independientes y racionales, pero conservando nuestras pasiones, sin que esto implique irrespeto e intolerancia a los demás; quiero que las garantías no sean engañosas promesas, sino realidades construidas con buenos líderes, pero aun con mejores ciudadanos; en otras palabras que se construya un país libre, con la clara oportunidad de ser grande, con la plena conciencia de que aun cuando necesitamos líderes, nuestro destino está en nuestras manos.

Es incuestionable que la falta de liderazgo a la que estamos sometidos, el completo irrespeto al deber ser de nuestras instituciones, la profusión de promesas falsas y discursos que si no son excesivamente técnicos y faltos de pasión, están llenos de recriminación y mensajes de división, han llevado a nuestro país y al partido liberal a la más profunda crisis, de la cual espero con una fe que en ocasiones raya en la ingenuidad, que saldremos adelante.

Por estas razones, que son consonantes con las ideas originales de mi partido, al que le debo mi inclinación como defensor del Estado Social de Derecho y de los altos ideales de la República de Colombia, más que al clientelismo y a la interposición de los intereses particulares antes que los generales o al apasionamiento antes que la razón, y aun sabiendo que muchos de ustedes no lo compartan o les produzcan escozor: 

1) Votaré por la revocatoria del alcalde Petro el próximo 2 de Marzo, porque considero que la capital del país requiere una persona idónea, con más resultados y menos discursos, que no pretenda imponer a la fuerza lo que en otras administraciones se ha presentado como alternativa de cultura, pero más que nada, porque Bogotá necesita alguien a quien le importe su destino y no alguien que quiera utilizarla como plataforma para llegar al Palacio de Nariño.

2) En las elecciones presidenciales, aun en contra de los caudillos del partido al que siempre he pertenecido de corazón, votaré en blanco porque no puedo pretender que Santos es un presidente ideal para regir los destinos de Colombia, ni mucho menos las demás alternativas de tan pobre baraja al cargo del máximo líder de nuestra nación.

CAMILO A.