miércoles, 5 de febrero de 2014

LA RAZÓN DE MIS VOTOS

Ruego excusas a la memoria del benemérito Ezequiel Rojas por tomar parte de sus palabras, ahora parafraseando, ahora usando frases propias, pero en especial por utilizar la forma en que se expresó cuando fue necesario decir el por qué respaldaba a José Hilario López, allá en julio de 1848, tal vez no hablando como partido, sino como individuo, pero es así como la ideología liberal se fundamentó y así fundamento ahora mis razones:

Y me pregunto ahora: ¿Qué es lo que quiero como ciudadano, como bogotano, como liberal, como colombiano?¿Qué es lo que creo que se puede sacrificar y qué es innegociable?

Quiero que recuperemos nuestra República.Quiero discursos de unión y de amor a la patria, que resalten lo que nos une, lo que nos ha convertido en el país que somos, que haga bullir en mis venas los lazos fraternales; no quiero la apología a aquello que nos separó en el pasado, ni discursos centrados en las diferencias de pensamiento o de preferencia, de visión religiosa o si se es de esta o aquella corriente política; quiero que aun con diferencia de ideas se busque el bienestar de todos los colombianos, sin importar otra cosa sino que hayan nacido o abrazado como propia a nuestra hermosa Colombia y se comprometan a respetar sus leyes.

Quiero que respetemos los derechos individuales, celebrando las diferencias, pero no imponiéndolas. Que el que fue discriminado no se vuelva el discriminador y que la cadena de resentimientos deje de llevarnos a conflictos interminables. 

Quiero que toleremos y respetemos al prójimo, con la natural responsabilidad de respetar los derechos de los demás en la misma medida en que pedimos que nos respeten los propios.

Quiero que sea solo la voluntad de la ley y, por ende, la del pueblo soberano, la que se imponga. Pero que no se trate a la ley y al pueblo como simples marionetas o como escudos para defender los intereses propios, aun por encima de la Constitución. Quiero que las leyes protejan al pueblo y no solo a quienes las hacen, que los "micos" no sean otra cosa que parte de nuestra biodiversidad.

Quiero funcionarios públicos responsables. Que entiendan que sus acciones tienen consecuencias, que no pretendan con golpes de opinión o con el manejo de los medios borrar sus errores de un plumazo.

Quiero una justicia ejemplar y leyes claras. Que la independencia de los jueces y su preparación no dejen dudas de sus dictados, que las partes en los procesos cuando sean vencidas no queden con la sensación de que la justicia no fue servida. Que la independencia de los jueces no sea solo de las demás ramas del poder, sino del denominado cuarto poder, de los medios de comunicación, para que estos informen, no juzguen, para que se conviertan en verdadera herramienta para el crecimiento de la sociedad y no un corral del que no pueden salirse las ideas.

Quiero que mi partido, que debería poner como sus estandartes la constitución y la voluntad del pueblo libre, deje atrás el clientelismo. Que el liberalismo vuelva a levantarse como parte esencial de la sociedad, con una ideología clara y no negociable, independiente y fuerte, alejado del manzanillismo y la complacencia de sus delfines.

Quiero que antes de pensar en igualdades comerciales, pensemos en igualdad de oportunidades. Que cuando se abran las puertas a tratados de libre comercio también se encuentren en nuestras manos las herramientas para competir. Que no se apueste con el destino del campesino antes de que le enseñen cuál es el camino a seguir.

Quiero que luchemos contra la corrupción, pero todos juntos. No podemos esperar que sean las leyes y algunas instituciones también corruptas las que tengan la última palabra. Cuando todos nos negamos a dar soborno, los que lo piden no pueden hacer otra cosa que rendirse.

Quiero que haya diálogo y manifestaciones, sin que esto implique la negociación del Estado y de la Constitución. Que el Estado sea fuerte, pero a la vez conciliador, que lo que pueda negociarse sin perder el rumbo sea sometido a este trámite, pero nunca cuando esto implique vulnerar al pueblo soberano, a las instituciones y al Estado Social de Derecho. Así mismo, que los manifestantes dejen de presentarse como borregos, sino por el contrario sean ciudadanos bien informados, que más allá del panfleto vean y entiendan lo que están arengando. 

Quiero que se encuentre el equilibrio entre justicia y perdón. La paz siempre será un gran anhelo de los colombianos, pero no se puede dejar el terrible precedente de que cuando se usan las armas y la fuerza, sin importar lo que piense el pueblo, se tendrá la última decisión. Creo en la democracia y temo a la demagogia (otra forma de fuerza psicológica y apología a la sinrazón), pero temo más a que las armas hablen más que millones de voces. Cualquier decisión deberá ser votada, con garantías, sin escuchar la voz del resentimiento, pensando en el perdón, pero nunca claudicando los anhelos de muchos ante las muchas balas de pocos.

Quiero una fuerza pública limpia y respetable, pero también quiero que ayudemos a limpiarla y la respetemos. Ellos están para protegernos y en eso debemos estar agradecidos, su sacrificio no ha de ser vano y debe tener una justísima retribución, de tal manera que cuando alguno de sus miembros pretenda manchar esas instituciones, se le rechace y denuncie como el criminal que es.

Quiero que entendamos que igualdad no es compartir la miseria. Que nos alejemos de los destinos que han tomado pueblos hermanos, donde la mendicidad institucional ha quitado más de lo que nunca se podrá recuperar. Que entendamos que la igualdad debe ser de oportunidades, dar el pescado nunca será mejor que enseñar a pescar.

Quiero un alcalde que mire a la ciudad y quite sus ojos de la presidencia, de tal manera que le importen los destinos de los bogotanos más que el destino propio, ya que como alcalde no debe ser un buen político, pero sí un excelente administrador. Quiero un alcalde que  no crea en la voluntad de la fuerza, sino en la fuerza de la voluntad, no es imponerse, no es solo educar, es saber y guiar el rumbo como líder de seres pensantes, no como pastor de ovejas irracionales.

Quiero un presidente que sea fuerte en sus ideales, pero coherente con la realidad. Que piense por sí mismo, que sea un verdadero líder, digno de hacerle una estatua, no con la agilidad de una de ellas. No quiero un esclavo de los medios y de las encuestas, que dé un paso para adelante y dos para atrás.

En resumen, quiero un Estado que garantice una verdadera libertad, con igualdad de oportunidades para ser y crecer, con decisiones democráticas, que nos permita ser más independientes y racionales, pero conservando nuestras pasiones, sin que esto implique irrespeto e intolerancia a los demás; quiero que las garantías no sean engañosas promesas, sino realidades construidas con buenos líderes, pero aun con mejores ciudadanos; en otras palabras que se construya un país libre, con la clara oportunidad de ser grande, con la plena conciencia de que aun cuando necesitamos líderes, nuestro destino está en nuestras manos.

Es incuestionable que la falta de liderazgo a la que estamos sometidos, el completo irrespeto al deber ser de nuestras instituciones, la profusión de promesas falsas y discursos que si no son excesivamente técnicos y faltos de pasión, están llenos de recriminación y mensajes de división, han llevado a nuestro país y al partido liberal a la más profunda crisis, de la cual espero con una fe que en ocasiones raya en la ingenuidad, que saldremos adelante.

Por estas razones, que son consonantes con las ideas originales de mi partido, al que le debo mi inclinación como defensor del Estado Social de Derecho y de los altos ideales de la República de Colombia, más que al clientelismo y a la interposición de los intereses particulares antes que los generales o al apasionamiento antes que la razón, y aun sabiendo que muchos de ustedes no lo compartan o les produzcan escozor: 

1) Votaré por la revocatoria del alcalde Petro el próximo 2 de Marzo, porque considero que la capital del país requiere una persona idónea, con más resultados y menos discursos, que no pretenda imponer a la fuerza lo que en otras administraciones se ha presentado como alternativa de cultura, pero más que nada, porque Bogotá necesita alguien a quien le importe su destino y no alguien que quiera utilizarla como plataforma para llegar al Palacio de Nariño.

2) En las elecciones presidenciales, aun en contra de los caudillos del partido al que siempre he pertenecido de corazón, votaré en blanco porque no puedo pretender que Santos es un presidente ideal para regir los destinos de Colombia, ni mucho menos las demás alternativas de tan pobre baraja al cargo del máximo líder de nuestra nación.

CAMILO A.

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