jueves, 10 de septiembre de 2020

EL PECADO DE NUESTROS PRECONCEPTOS


Es posible que la palabra pecado en el título inmediatamente me haya convertido para muchos en un fanático religioso; si además quien lo lee se entera de que fui a la Universidad del Rosario, seguramente crea que soy arribista o de cuna de oro; si además se enteran de que soy abogado, puede que me tilden de ladrón o de corrupto. Y se equivocan.

Sencillamente dejamos que los estereotipos, los preconceptos se conviertan en regla, que mantengamos un constante sesgo de confirmación con todo lo que vemos en noticias y en redes sociales.

Consideramos que todos los demás deben caer en un molde y que si ese molde no es el mío debo odiarlos o rechazarlos. La discriminación no es solo racial, de sexo o a las minorías, la discriminación la albergamos todos en nuestros corazones, porque no aceptamos la individualidad como un derecho y la colectividad como una opción, porque hemos aprendido a temer lo que es diferente y siendo cada uno irrepetible, tenemos el potencial de odiar a todos.

Veo en redes que se dice que todos los policías son corruptos, asesinos y abusadores, pero también que todos los manifestantes son vándalos y agresores; veo que se señala a todo Uribista de paramilitar, fanático, irracional y dictatorial, a todo Petrista de comunista, anarquista y vago, a todo liberal o conservador de corrupto y clientelista, a todo Fajardista de mamerto y tibio. 

"Si eres Petrista por qué usas zapatos de marca"; "si eres Uribista por qué hablas de justicia social"; "si fuiste guerrillero qué haces en la democracia"; "si votaste por el no por qué hablas ahora de paz"; "si eres LGBTI cómo vas a hablar de Dios"; "si eres cristiano cómo vas a hablar de tolerancia"; "si vives en el norte seguramente eres avaro"; "si vives en el sur, seguramente solo piensas en subsidios". Y estas expresiones de preconceptos siguen.

Prefiero creer en nuestra redención como sociedad, que podemos aprender a amar al otro, a convivir con la diferencia, a respetar las leyes y las instituciones, pero también a cambiarlas cuando sea necesario para el beneficio de todos y no de unos pocos poderosos, que podemos crecer como nación, que podemos ponernos un norte común y caminar hacia allá. Que Colombia no es un país fallido e irredimible, que somos más los colombianos que queremos hacer un cambio positivo.

Hoy fui al CAI de mi barrio a dejar una nota de apoyo a todos los policías buenos, porque sé que son más, porque con mis ojos he visto más policías buenos, porque he hablado con ellos y los he visto actuar conforme a la ley, en los escándalos del ejército he dado aliento y he dirigido mis oraciones a mis amigos en el ejército y a sus tropas que pueden tener dolor en el alma porque se habla de su institución como si fueran todos. Pero también espero justicia para las víctimas de todo abuso y sé que es más probable que el juicio lo deban tomar jueces que respetan la Constitución y la ley, porque de estos también son más.

Creo sinceramente que los buenos son más, que nos necesitamos, que todos tenemos un corazón que se puede romper y unos ojos que pueden llorar, que todas las vidas valen y tienen un inmenso potencial para el bien, creo en el perdón y en la justicia, creo que con cada acción que hagamos, con cada pequeño o gran acto que hagamos de amor al prójimo cambiaremos a Colombia y al mundo y, querido lector: creo en ti.

Feliz día.


CAMILO A.

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